Cuando tenemos un hijo queremos tantas cosas… Y una de ellas es pasar el mayor tiempo posible con él.
Pero por diferentes causas, no siempre es posible conciliar y muchas familias se ven en la necesidad de buscar una escuela infantil para su pequeño.
En otras ocasiones, encontramos familias que pueden tener al bebé en su casa, pero que se preguntan si es positivo para su desarrollo que comparta un tiempo con otros niños.
Antes de seguir, un inciso: hablamos de escuela infantil y no de guardería porque este término no refleja la realidad de los maestros en el aula: no “guardamos” como si el bebé fuera un agente pasivo, sino que trabajamos para cuidar y acompañar su desarrollo en esta etapa tan importante de 0 a 3 años.
¿Cuáles son los beneficios de llevar a mi hijo a una escuela infantil?
La Asociación Española de Pediatría recomienda no escolarizar a los niños hasta los dos años. En edades tempranas, los bebés no están preparados para socializar. Más bien, necesitan un modelo de referencia para crear unas buenas bases afectivas.
Entre los 18 y 24 meses, el niño empieza a abrirse a la relación con otras personas que no son esa figura de referencia, está preparado para una convivencia que, aunque primaria (no podríamos llamarla exactamente socialización) le permite comenzar a establecer pequeñas relaciones con otros iguales y a comprender el concepto de formar parte de una comunidad (este aspecto está muy presente en la pedagogía Waldorf, por ejemplo).
Esto, unido al estímulo cognitivo y del desarrollo psicomotor que ofrecemos en las escuelas infantiles, suponen un beneficio para el niño, en un entorno seguro que le permite ganar en autonomía a su propio ritmo.
También, al estar mezclados por edades, los mayores se convierten en abanderados de las iniciativas y los menores tienen la referencia del mayor a quién imitar.
Y, a medida que crecen, les toca asumir esa iniciativa. Esta “pequeña” responsabilidad les aporta capacidad de gestionar y resolver situaciones.
Acudir a la escuela infantil también favorece el desarrollo del lenguaje, de la manera de expresarse y comprender, y del juego simbólico.
Otro aspecto de la escolarización está relacionado con la salud: a partir de los 18 meses, en general, la mayoría de los niños superan sin problemas las infecciones propias, por lo que su sistema inmunológico está mejor preparado para hacer frente a los contagios.
¿Qué hago si tengo que escolarizar a mi hijo antes de los 18 meses?
Lo más importante es que no te sientas culpable ni pienses que tu bebé no va a estar bien atendido.
Si has elegido una escuela infantil después de sopesar las variables que consideras fundamentales, debes intentar confiar en los maestros que estarán con tu pequeño, seguro que cuentan con la formación adecuada para ofrecerle el mejor acompañamiento.
Quienes llevamos muchos años en educación infantil te recomendamos que mires siempre varias opciones y que, en la medida de lo posible, no escojas el centro solo por la cercanía: a veces es la opción más cómoda para nosotros, pero no para nuestros hijos.
También es interesante que preguntes cuál es su modelo pedagógico o método de trabajo, cuáles serían sus maestros, qué tipo de rutinas y actividades tienen… Las rutinas rebajan la incertidumbre de lo desconocido, proporcionan seguridad y tranquilidad.
Que tengan periodo de adaptación y puedas acompañar al bebé en esos primeros días es otro aspecto a tener en cuenta, así como que realicen tutorías individuales, para que conozcas cómo evoluciona tu hijo.
La alimentación también es interesante: pregunta si tienen cocina casera o es catering, y pide que te cuenten cuál es el menú de esa semana, por ejemplo.
Teniendo en cuenta que los niños pequeños tienen todo el espacio por conquistar, mira si la escuela tiene jardín o zonas para jugar al aire libre, donde el niño pueda retarse para gatear más lejos, saltar más alto, rodar como una croqueta…
Cualquier duda que tengas, pregúntala.
Y para terminar, si pueden estar 6 horas en lugar de 8, mucho mejor.