Con el sistema educativo actual, se suele olvidar un concepto de gran importancia: la creatividad en la escuela. Hoy en día, se les exige a los niños que sean pequeños adultos, que trabajen por objetivos y no por el simple hecho de disfrutar aprendiendo.
Olvidamos que los niños son niños y deben jugar… ¿es compatible jugar y aprender? La respuesta es rotunda: sí. De hecho, este es uno de los valores que defiende la pedagogía Waldorf, un modelo educativo con 100 años de trayectoria y que es uno de los referentes de nuestra escuela infantil. Esta pedagogía incide en el aprendizaje a través de la educación libre, la creatividad y el movimiento, entre otros principios.
1.El arte nos ayuda a expresarnos
Ya sea al pintar (dibujo libre con dedos, acuarela…), tallar en madera, tejer… el arte permite al niño explorar su interior y expresar su ser, cómo se siente en cada momento, la conexión con su interior: “Quién soy de verdad; no lo pienso: me siento”.
2. El arte aumenta nuestra inteligencia
Ser inteligente no es lo mismo que tener mucha memoria. El trabajo artístico favorece la concentración y el desarrollo de la psicomotridad, primero gruesa y después, fina. El desarrollo psicomotor es fundamental para el desarrollo de las conexiones neuronales, que influirán en los primeros aprendizajes del niño, como el gateo, el caminar o el lenguaje.
3. Niños más despiertos
El arte no tiene una sola respuesta, ni es correcto o erróneo. El niño busca su propia respuesta, su manifestación. Esto mejora la identidad individual y la confianza en la propia capacidad de cada uno, así como el desarrollo del pensamiento crítico y la capacidad de resolución de problemas.